El origen de esta festividad se remonta hacia 1886 en Estados Unidos, cuando los obreros, agotados de tener que trabajar doce horas al día (por aquel entonces era lo normal), salen a la calle a manifestar sus derechos exigiendo que sólo trabajarían ocho horas diarias y que en caso de que ese tiempo se excediera tenían el derecho de acudir a huelga. Ante esta situación, con más de 350000 obreros manifestandose, Andrew Johnsonn promulga la Ley Ingersoll, que establece el máximo de ocho horas laborales.
Además debemos recordar que con el trabajo, además de ganarnos la vida, nos realizamos como personas, nos integramos en la sociedad y nos sentimos útiles a la hora de poner nuestro granito de arena ayudando a nuestras familias.
Feliz Día del Trabajador a aquellas personas que sacrifican su tiempo por el bienestar de las personas, ¡el mundo se pararía sin vosotros!
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